Un lugar, una mirada (1)
Un lugar, una hora, una mirada Y algo imposible de imaginar.
Los tenues rayos de luz matinal iluminaron lentamente su rostro mientras dormía plácidamente. Siempre dejaba la ventana abierta, por lo que el bullicio de Madrid, siempre puntual a su cita diaria, no inmutó a Eva. Sin embargo, una fría corriente de aire se coló entre las sencillas cortinas de su habitación y golpeó suave, pero firmemente, su mejilla izquierda. Como si de una descarga eléctrica se tratase, Eva saltó rápidamente de su cama; jadeaba, y una fina capa de frío sudor impregnaba su cuello. Es...