Abriendo el Ojete de la perra sumisa
Estaba en el trabajo, cuando Roberto me llamó por teléfono para decirme que al día siguiente, sábado, íbamos a comer a un restaurante que le habían recomendado. También me dijo, más bien me ordenó, que me vistiera de manera apropiada, y ya sabía a qué se refería Roberto cuando me decía de manera apropiada.
Conocí a Roberto en una reunión a la que había asistido con unos amigos. La atracción fue mutua, nada más vernos y una semana más tarde ya estábamos saliendo juntos. Lo que más me atraía de Roberto era su manera de ser tan estricto y severo, a la vez que protector y considerado. Pero, si algo había en él que me tenía siempre alerta era esa obsesión suya por el sexo anal. No digo que no me guste el sexo anal pero con Roberto aquello era una fijación que llegaba a molestarme. Tal era su deseo por esta manera...