Había un bombero...
Yo no dije nada, estaba en éxtasis, en una fantasía cumplida, nunca había tenido sexo con un vecino. Noté como me agarraba con sus fuertes manos, me dio la vuelta y pude verle al fin cara a cara, él respiraba fuertemente, estaba a cien.
Me despertó el sol de buena mañana, sólo era mi segundo día y ya no sabía ni que hacer de buena mañana. Aunque ya tenía mis diecinueve años y me podía quedar a mi anchas por casa, tenía que pasar algunos días en el pueblo para ver a la familia. Mis padres tenían una casita en una urbanización de adosados, una urbanización perdida en el monte, llena de ancianos y niños. A no ser que quisiese ser el líder de una pandilla de pequeños diablos no tenía mucho que hacer.
Poco había cambiado desde la última v...