Historias de ONG... 3
Sucede lo que era esperable
Aunque el espacio era amplio los brazos rígidos estorbaban mi labor, por lo que decidí ponerme a su espalda, que quedó a escasos centímetros de mí. Los roces ocasionales de mi polla con sus nalgas hicieron que volviera a lamentar no haberme hecho la paja que tanto creía necesitar. Mi mente intentaba entender por qué, sintiéndome atraído por un hombre por primera vez en mi vida, mi polla prefería aquel cuerpo que, aunque bien formado, no dejaba de acusar los estragos de la edad, a los espléndidos cuerpos juv...