Te fuiste

No podía creer que me hubiera ilusionado tanto, que hubiera hechos tantos planes y que todo se terminara así.

La primera vez que lo ví, iba corriendo sobre la arena detrás de una pelota, con el pelo revuelto por la brisa que soplaba desde el mar y la espalda y las mejillas enrojecidas por el sol. Me llamó la atención porque era el más alto de los muchachitos que jugaban aquella tarde en la playa y, aparentemente, también el mayor de aquel bullicioso grupo de niños y adolescentes que llegaba cada tarde hasta la playa, frente al hotel en donde mi madre y yo veraneábamos ese año.

Me quedé un rato parado en l...