Regreso a Casa (4)

Después de un año fuera, hay cosas que siguen igual y otras que han cambiado por completo.

Empezaba a hacer amago de irse. Le cogí el brazo.

  • ¿Te puedo pedir un último favor?

Estela pareció recelar.

  • Claro – se pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja y se inclinó hacia delante, estudiándome con atención. Me mordí el labio inferior.
  • ¿Puedo –me interrumpí, me costaba pronunciar las palabras-, puedo verte desnuda una vez más?

Ella me miró a los ojos. El silencio cayó entre nosotras como una losa, el tiempo marcado por el segundero de un reloj de ubicación indeterminad...

Regreso a Casa (3)

Después de un año fuera, hay cosas que siguen igual y otras que han cambiado por completo.

Dejé que mi cuerpo volviera poco a poco a la normalidad. Cuando mis jadeos se convirtieron en suspiros, me erguí, temblorosa. La ropa de la cama estaba arrugada, fría, la sábana hecha un guiñapo a un lado. Pasé un dedo por las arrugas, mojadas por mi sudor y mis fluidos vaginales; los surcos se amoldaban, invitadores, a mi tacto. Me senté en el colchón. Mientras me echaba el pelo hacia atrás, intentaba comprender lo que me estaba pasando, el repentino deseo que empezaba a sentir hacia una niña de once...

Regreso a Casa (2)

Después de un año fuera, hay cosas que siguen igual y otras que han cambiado por completo.

Estaba lavándome las manos cuando María llamó a la puerta.

¿Estás bien?

Inspiré profundamente, e, intentando que mi voz sonara convincente, le respondí.

Una necesidad imprevista. No te preocupes.

Ah – pero su tono me pareció dubitativo.

La oí alejarse. Me enjuagué la cara para eliminar el sudor y me sequé con una toalla. Volví a contemplarme en el espejo. Todavía respiraba un poco entrecortadamente, y seguía algo sofocada, pero en general estaba satisfecha con el re...

Regreso a Casa (1)

Después de un año fuera, hay cosas que siguen igual y otras que han cambiado por completo.

La puerta se abrió delante de mí y una cara conocida me recibió, por primera vez en un año, desde el otro lado del umbral.

¡Marta! No te esperábamos hasta la semana que viene.

Sonreí.

Pensé que lo mejor era habituarme cuanto antes a la rutina de siempre.

Ángela me franqueó el paso y yo crucé la puerta con la bolsa al hombro.

Espera aquí. Todavía tengo que cambiarme.

Subió las escaleras. Mientras, contemplé disimuladamente las piernas que asomaban a través...