El silencio de los monteros (final)
Y así termina esta historia...
En la urbanización donde vivía Paula, reinaba una tranquilidad absoluta. Había sido la semana donde la policía había registrado el piso y detenido a Luis Montero. Los periodistas habían acudido en masa a la entrada de la urbanización a captar aquel momento y se agradecía que, llegado el fin de semana, la privacidad del lugar volviera a su cauce. A la ausencia de su marido, se unía la ausencia de Brigitte, que, por unos asuntos familiares, se encontraba en Holanda y regresaría el Domingo al mediodía.
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