Dulce y delicada
Esta vez, Lea dispuesta a comerse el mundo, va por primera vez a un local liberal. Allí conoce a Roberto y entre los dos, saltan chispas.
Hoy, Lea está frente el espejo del baño con los cascos puestos moviéndose al ritmo de John Legend. Desnuda, espera a que el agua de la ducha salga caliente. No deja de pensar en ese mensaje que recibió días atrás. ‘Veo que ganas no te faltan, pásate el viernes y hablamos’. Era la contestación del club liberal de su ciudad. No pudo evitarlo, les envió un correo nada más leer sus instalaciones. Pasillo francés, reservados separados por celosía, para poder mirar y ser visto, mazmorra disponible de cruz con esp...