Las cinco amigas. Libro Segundo (11)

Laura duerme satisfecha después de comérsela a Raúl, pero sigue muy insatisfecha. ¡Necesita más! Una nueva amiga aparece y sus capacidades las sorprenderán

Estaba tan cansada que casi no me pude desmaquillar. No me costó conciliar el sueño, todavía con el esperma de Raúl moviéndose garganta arriba y abajo a pesar del buen vaso de agua que me había bebido. Dormí muy bien, mejor de lo que recordaba que se podía. Los sueños que tuve, en cambio, fueron más eróticos que nunca. Volvía a ser un hombre que se follaba a una chica que era igualita que yo pero con las tetas mucho más grandes y el culo de proporciones lógicas. Me desperté cuando estaba cerca de alcanzar e...

Las cinco amigas. Libro Segundo (10)

Laura tiene la primera cita con un hombre. ¿Podrá controlar su enorme apetito sexual, castigado a no ser satisfecho, o cometerá el mismo error que tanto la deprimió?

El viernes tuve la primera cita formal con Raúl. Insistió en sorprenderme con el plan y yo me dejé, entre otras cosas porque no tenía ni idea de dónde ir, ni siquiera qué se esperaba de mí. Solo tenía una cosa clara: me iba a poner muy atractiva para él, dentro de mis limitaciones. Me maquillé de forma un poco más intensa de lo habitual, me puse mis tacones más altos, una de mis faldas más cortas, que casi dejaba ver la parte de debajo de mis nalgas, un tanga negro y un top que dejaba el ombligo al aire y d...

Las cinco amigas. Libro Segundo (9)

Laura y Natalia experimentan juntas lo que significa el sexo para ellas. El deseo de Laura crece y necesita alguna forma de satisfacción.

Hola de nuevo. Soy Laura otra vez. Natalia ha sido muy amable por contar por mí aquellos días en que estuve peor debido a mi estúpido error. Aunque tenía la firme promesa de ser más cuidadosa y escoger con más detalle, temía que me venciera el deseo o no ser capaz de oponerme a lo que me dijera un hombre. El ejemplo más claro lo había tenido el día anterior. Me sentí incómoda desde el mismo momento en que la guapísima pelirroja —¡qué envidia de cuerpo!— nos señaló el despacho del cincuentón. Lo que ocurrió...

Las cinco amigas. Libro Segundo (8)

Lauray Natalia buscan trabajo y tienen una entrevista personal que va entre lo excitante y humillante.

Si era difícil encontrar trabajo para una, era peor encontrarlo para dos. Laura volvía a estar en paro. La presión a la que la sometían sus compañeras, antiguas amigas, era insoportable y se marchó. Las demás le aplaudieron en la puerta y dijeron algunas cosas muy feas que no quiero repetir. Las oí porque estaba fuera, esperándola. Había cometido un error por no conocer los códigos sociales que yo esperaba no repetir, pero las noches eran largas y el deseo, grande. ¿Aguantaría, llegado el momento?

Al...

Las cinco amigas. Libro Segundo (7)

Laura y Natalia aumentan su confianza. Llegarán a verse desnudas. ¿Cómo reaccionarán?

Recién llegada, todavía tenía que comprender las nuevas rutinas de la recién conseguida libertad. Mi cuenta bancaria estaba en mejor estado que la de mi amiga y no me gusta tanto gastar como a ella. Me explicó lo que le había pasado con la comida y los centímetros que llegaban y que jamás se iban. Quizá fuera parte de su diseño y no del mío, pero no me quería arriesgar. Me ceñí a la dieta de la Clínica, sin dulces ni apenas grasas. Viendo que a ella solo le crecía el culo, quizá a mí se me fuese todo a los...

Las cinco amigas. Libro Segundo (6)

Después de unos pocos años, vuelven las aventuras de Laura y sus amigas. Ya sé que me he hecho de rogar. Natalia toma el relevo de una Laura muy deprimida por los últimos sucesos. ¿Cómo es el día a día de una muñequita de porcelana con tetas gigantes y caídas? Ella nos lo cuenta.

Hola. Mi nombre es Natalia, creo que algunos de vosotros ya me conocéis. Laura me ha pedido que os cuente lo que ocurrió cuando la volví a encontrar, justo después de haber sido rechazada por las que ella creía que eran sus amigas, las tres dependientas de la tienda de ropa.

Permitid que os hable antes un poco de mí. Sé que Laura os ha contado un par de cosas de cuando nos encontramos en la Clínica. Algunas incluso muy embarazosas, que preferiría que se hubiera quedado entre nosotras, como el día en q...

La chica del doctor 7

7.- el último agujero.

7.- EL ÚLTIMO AGUJERO.

—Jo, tía, ¿en serio? ¡Qué suerte! ¡Ojalá yo me lo pudiera permitir!

Cristina gritaba para hacerse oír por encima del atronador ruido del bar. Yo ya llevaba un cubata y medio encima, lo que era mucho para mi escuálida anatomía, así que la lengua se me había aflojado bastante y no tenía reparos en contar intimidades que en otra ocasión no me habría atrevido. Ya había acudido a varias sesiones de láser y el vello en todo mi cuerpo, del cuello para abajo, había menguado ba...

La chica del doctor 6

6.- depilación definitiva.

6.- DEPILACIÓN DEFINITIVA.

La mañana me sorprendió con una agradable sensación entre mis piernas. Sin reflexionar, me dejé llevar por ella para que me extrajera poco a poco del reino de Morfeo. No temía despertar, puesto que sabía que no era un sueño húmedo: algo real estaba dándome placer, mucho placer. La ampulosidad de las sábanas, lo mullido del colchón, el tamaño del lecho… esa no era mi cama. Por tanto, estaba en casa de Juanma. Con una mano acaricié su cabeza, sus cabellos cortos y revuelto...

La chica del doctor 5

5.- carpichos de un millonario.

5.- CARPICHOS DE UN MILLONARIO.

—Jo, tía, qué fuerte —me miraba Cristina, alucinada— ¿En serio te estás tirando al doctor Juan Manuel Salcedo de las Cañas? ¡Es que no me lo puedo creer!

—No, no "me lo estoy tirando". Digamos que estamos empezando a tener una relación más o menos seria... o eso pretendo, al menos, y él parece que me sigue la corriente.

—Vir, no lo dejes escapar. ¡Quién nos iba a decir que serías tú la que cazase al millonario! ¡Vaya con la mosquita muerta! ¿Y ya se te h...

La chica del doctor 4

4.- postcoito o algo así.

4.- POSTCOITO O ALGO ASÍ.

Aquella noche la pasé en su casa. Temí que me fuera a echar después del polvo; en vez de eso, me llevó a su dormitorio, donde nos acostamos. Me permitió ponerme el top: no me sentía cómoda con las tetitas al aire y él lo notó. Con el sujetador fue estricto: ni hablar. Pensé que era suficiente; al menos no se veían y, por la escasa relevancia de mis pezoncitos diminutos, ni siquiera se marcaban en el tejido. No había más ropa en nosotros. La temperatura era más que agradab...