La memoria del morbo (2)

Se me quebró la respiración en ese primer golpe de placer contra la pared, él lo notó y siguió embistiéndome, más...cada vez más fuerte, golpeándome impasible mientras yo te miraba...clavaba mis ojos en ti y tú, a través de su cuerpo me penetrabas insaciablemente por primera vez..

Dicen que no hay nada más tentador que la indiferencia, que provoca mil estados de ansiedad a la vez, que abre el exquisito apetito por lo extremadamente difícil y se sirve solo para paladares finos..

Siempre me han hecho gracia este tipo de sandeces, ver a la gente jugando sobre tableros de indiferencia cuando a mi me resulta completamente insabora y tiene el mismo regusto que un preservativo bajo la lengua...aséptica, sintética y aburrida, capáz de helarme y conducirme a las más pura de las ap...

La memoria del morbo (1)

Hace calor... (¿o acaso es tu mirada la que me quema?), el incienso deja un rastro en el aire y su aroma trae recuerdos que me incitan, me envuelven. No llevo ropa, solo un pequeño tanga azul celeste, minúsculo, tan estrecho que su opresión me excita...

Aquí me tienes, tal y como me pediste...

La habitación está casi en penumbra, envuelta en esa luz que se proyecta desde la lamparilla de la mesa hasta mi cuerpo, estoy sentada ante el ordenador, mirando la webcam que me regalaste y que oculta tus ojos, pero puedo percibirlos, ansiosos, anhelantes, hambrientos de mi.

Algo recorre la habitación, no sé bien lo que es pero lo siento rebotando en las paredes, un morbo extraño, penetrante, nuevo, casi furtivo...

Hace calor...(¿o acaso es tu...

Elixir

El último cigarillo agonizaba en mis labios cuando sonó el timbre, me estremecí, sabía lo que me esperaba tras esa puerta..

Cinco. Exactamente cinco los cigarrillos muertos en mi boca antes de que sonara el timbre de la puerta, cinco, uno tras otro, cinco en un desfile obsesivo de nervios y excitación, cinco a cinco minutos de su llegada.

El vestido azul de tirantes, el cabello recogido, los labios del más rojo carmesí, descalza y sin ropa interior. Esa era su única condición susurrada antes de colgar el teléfono veinte minutos antes de su llegada, los suficientes para hermetizar mi mundo tras las paredes y convertir...