La golfa
Mi vanidad, hizo que me convirtiera en una puta.
Me detuve por un momento para tomar aire, levanté la cara y vi el espejo de enfrente. Ahí estaba yo, puesta en cuatro patas y siendo cogida, después de varias semanas sin nada de nada. El sudor escurría por mi frente y mi trasero, el cual sentía yo perfectamente pegado a él; su verga hasta el fondo, sus manos gozando de mis nalgas y yo por mi parte, debo confesarlo, muy feliz. Hacía varias semanas que no me cogía y yo ya lo necesitaba desde hacía días; y no me cogía no porque yo no estuviera d...