El último beso.

Adiós Ainhoa, voy a amarte toda la vida, con cada poro de mi ser y extracto de la esencia de mi alma. Mi sueño siempre serás tú.

El tiempo pasaba lento, al contrario de mi corazón acelerado. Sentado en la barra del bar de aquel lujoso hotel de blancas y doradas paredes colocaba una y otra vez la camisa negra bajo la chaqueta de mi traje color burdeos. Mis manos temblaban cada vez que alzaba el grueso vaso cargado de Jack Daniels de cosecha antigua, necesitaba el alcohol para calmar los nervios de reencontrarme con la que fue mi primer amor media década atrás.

El taburete de piel sintética negra se volvía cada vez mas incomodo baj...

¿Vas a ser buena?

Llegamos al hotel algo cansados por las horas de viaje que habíamos recorrido, Granada era nuestro principal destino de vacaciones incluso desde antes de comenzar la relación no oficial que teníamos Ainhoa y yo, y ahí estábamos, cumpliendo un sueño que parecía perfecto.

Llegamos al hotel algo cansados por las horas de viaje que habíamos recorrido, Granada era nuestro principal destino de vacaciones incluso desde antes de comenzar la relación no oficial que teníamos Ainhoa y yo, y ahí estábamos, cumpliendo un sueño que parecía perfecto.

La habitación era amplia, lujosa y bien estructurada, la calidad de las cinco estrellas se notaba y el precio parecía merecer la pena completamente. Nada más entrar dejamos las maletas tiradas a un lateral del cuarto y se abalanzó sobre...

Romeo y juliette

No puedes entrar, lo sabes perfectamente. - Espetaba ella ante el intento de abrir la puerta de Iván. - Puedo pasar escondido, tu casa es enorme, seguramente tu padre esté en alguna habitación escondida planeando cómo detener al mio y tu madre tomando el té en alguna de tus veinte terrazas de ricos. - Contestó el. - No tengo veinte terrazas idiota, son solo tres y aunque pudieras entrar ¿Como llegarías al segundo piso sin pasar por el salón?- - Por detrás del sofá.- Comentó burlón ante la pregunta de Ainhoa. - Iván, mis padres te van a matar, podrían salir ahora mismo al escuchar voces en la puerta. - - Venga ya, esta puerta debe de ser acorazada como en los bancos, podría gritar ahora mismo que no me escucharían. - Cogió aire e hizo el amago de gritar pero ella lo paró con un leve beso de despedida.

  • No puedes entrar, lo sabes perfectamente. - Espetaba ella ante el intento de abrir la puerta de Iván.

    • Puedo pasar escondido, tu casa es enorme, seguramente tu padre esté en alguna habitación escondida planeando cómo detener al mio y tu madre tomando el té en alguna de tus veinte terrazas de ricos. - Contestó el.
    • No tengo veinte terrazas idiota, son solo tres y aunque pudieras entrar ¿Como llegarías al segundo piso sin pasar por el salón?-
    • Por detrás del sofá.- Comentó burlón ante la pregunta...

Quiero volver a ser tu perra esta noche.

- Me metí a historia del arte porque me apasiona el arte, pero jamás creí que vería una escultura tan perfecta como tú.- Su cara se volvió un poema y para quitarle hierro al asunto añadi: - Soy Iván, delegado de clase, si necesitas algo yo soy tu hombre.- Se rió ante mi absurdo comentario y contestó -Soy Ainhoa, alumna nueva y al parecer ahora obra de arte.-

Paseaba lentamente por los pasillos del instituto, últimamente mi rutina se había vuelto tan aburrida que nada llamaba mi atención, todo me parecía trivial y común y había perdido totalmente el apego emocional a las personas que me rodeaban. La vida era aburrida, hasta que en el aula 07 me topé con su sonrisa, aunque para ser francos no fue lo primero en lo que me fijé.

Al llegar a clase la puerta se encontraba abierta, yo llegaba tarde, como siempre, y por querer entrar apresurado choqué por accidente...

En juego.

Curioso fue ver como mi compañera de piso quiso joderme la partida online más importante del torneo, con esa mamada que me volvió loco.

Ainhoa, la única chica que era capaz de repararle el corazón a este poeta roto con tan solo rozarlo. Una despampanante rubia de ojos claros y piel porcelanosa suave. Era un poco más alta que yo, a pesar de que mi altura me ha acomplejado siempre a ella no parecía importarle para nada. Su cuerpo era un maldito monumento esculpido por los más grandes genios del renacimiento, curvas perfectamente detalladas y un culo que me era imposible no mirar con cada contoneo travieso.

Hacia relativamente poco que nos...