Convertí a mi hijo en mi puta
Andrés El estaba tan excitado como yo, se movía con espasmos, empujando su polla en mi boca con la violencia del principiante, mientras no dejaba de mamar la mía.
Yo siempre alenté la afición de mi hijo Andrés al deporte. Lo hacía por él, para que creciese sano. Pero llegó un momento en que se convirtió en una tortura. Ver aquel cuerpo todos los días sin poder acceder a él era un castigo. Cuando se ponía al lado de su cama a hacer flexiones y en las últimas empezaba a jadear por el cansancio, yo siempre acababa excitado. Había probado muchos hombres de muchas edades, tenía sexo cuando quería, sobre todo desde que las cosas quedaron claras con mi mujer, que supl...