En el hotel, mi secretaria y yo
Hacer el amor sin prisas y con un deseo digno de campeonato, en un hotel al pie de la carretera.
Ese día fue un día mágico, quedamos de vernos para gozar de ese deseo en un lugar apto para ello, después de aquella experiencia vivida en el auto quisimos hacerlo realidad sin prisas, con calma y sobretodo con mucho deseo.
Un jueves nos pusimos de acuerdo que al día siguiente viernes nos veríamos frente a un sitio de taxis que estaba cerca del trabajo, si, nuevamente mi secretaria era la dueña de mis lujurias; ese jueves las miradas de complicidad que cruzabamos eran mas que eminentes, la desea...