¡Golosa!
Aquello de quien espera, desespera se estaba haciendo cierto, pero ella estaba allí arrodillada frente a mí para darme cátedra de fellatio aunque yo en ese instante desconfiara de su destreza...
No estaba pasando por mi mejor época, lo confieso. Estaba más solo que Adán el Día de la Madre. Mi reciente divorcio me había confinado a aquella pensión de mala muerte, y deseaba de todo corazón buscarme un sitio mejor donde vivir. Menos mal que el trabajo lo había conservado, cobraría menos ¡claro! por todo aquello de las retenciones judiciales pero me había librado de aquella hija de puta que me tenía los huevos al plato.
Sin embargo, a medida que el tiempo fue transcurriendo y mi adrenalina se fu...