Vida conyugal (II)
Vida conyugal (II)...
En el trayecto hasta mi domicilio, no podía quitarme de la cabeza mi actitud. Me veía como una auténtica puta, de la más baja calaña. Llegué cuando mi marido se levantaba. Sin muchas palabras, me metí en uno de los aseos y me di una ducha, para refrescarme. Estuve bastante rato bajo el chorro de agua, hasta que me decidí a afrontar la situación. Cuando salí de la ducha, mi marido ya se había arreglado, y con un beso se despidió de mí - hasta dentro de dos días- me dijo. Me metí en la cama, pero no pod...