Fabiola, la muchacha

Regrese de viaje de aventuras y encontre el fuego apasionado de una muchacha en la cocina de mi propia casa.

“Y a ella no la conoces”, dijo mi madre; y me señaló a la chica que me sonreía mientras levantaba una de las ollas del almuerzo. Ella sonrió.

Se llamaba Fabiola y era la nueva empleada de servicio. Yo había estado casi un mes de viaje de aventuras por la sierra y mi aspecto debía ser lamentable. Si embargo sonreí y le dije Hola. Ella hizo lo mismo.

Esa tarde no hice nada, recuerdo que tomé un baño largo, me puse la pijama y me eché a dormir. En un momento se me vino todo el cansancio del l...