La perversión de una esposa ingenua III.
Me dolía la actitud y decisión de mis dos hombres de entregarme a un desconocido, sin embargo... después de hacerlo, comprendí que estaba destinada a ser el juguete sexual de los hombres.
La perversión de una esposa ingenua III:
Por la mañana sentí un extraño presentimiento al no ver a Julio a mi lado, abandone la cama y fui a buscarlo; no estaba por ningún lado, tampoco mi esposo se encontraba en la habitación.
Al asomarme hacia la vereda, lo vi caminar con dirección la casa, venia solo. Julio se había marchado, me senté en la entrada y espere que llegara, al ver mi rostro interrogante se apresuro a decirme.
-Julio se ha marchado, surgió algo de última hora.
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