Sueño. Aquel señor.
Desperté de mi sueño por culpa de las contracciones del tremendo orgasmo cuando sentí en aquella rara ensoñación los dedos del desconocido apartar mi braguita blanca y penetrar mi sexo resbaloso y caliente.
Estaba casi dormida.
-¿Duermes?-
Continué con mis ojos cerrados.
En aquel sitio olía a ambientador barato. La tele sonaba, no recuerdo muy bien el programa, seguramente algún noticiario.
Intuía su presencia cercana al sofá donde me había acomodado. Creo que se había arrodillado porque su voz sonó mucho más cerca esta vez.
-No despiertes niña. Sigue durmiendo-
Yo estaba tumbada boca abajo. Todavía llevaba el uniforme del colegio. Faldita tableada, camisa y calcetines blanc...