Mundo de chat

- Yo no busco sexo – dijo ella - A mi tampoco me interesa – contestó él A los 5 días estaban hablando de donde se encontraban los besos mas ardientes, de cual era la caricia mas cercana y entre frase y frase el alma se les incendió en deseo. Él inventó para ella una fantasía y ella le regalo un trozo de su intimidad...

MUNDO DE CHAT

Yo no busco sexo – dijo ella

A mi tampoco me interesa – contestó él

A los 5 días estaban hablando de donde se encontraban los besos mas ardientes, de cual era la caricia mas cercana y entre frase y frase el alma se les incendió en deseo.

Él inventó para ella una fantasía y ella le regalo un trozo de su intimidad.

La presentación del principio quedó hecha pedazos, como un espejo roto, y en cada cristal se dibujo la soledad de ella y el dolor de él. ...

El escritor y la muerte (9)

Somos lo que nuestra vida y nuestros recuerdos. Somos lo que nuestras experiencias, pero también lo que nuestras historias y en eso, mi vida fue marcada por una familia plena de cuentos de campo, de mitos y leyendas rurales y urbanas.

Promesas pendientes

Somos lo que nuestra vida y nuestros recuerdos. Somos lo que nuestras experiencias, pero también lo que nuestras historias y en eso, mi vida fue marcada por una familia plena de cuentos de campo, de mitos y leyendas rurales y urbanas.

Mi abuelo sentado en la puerta de su casa, en la "silla petisa" con respaldo de madera pintado en marrón y su voz de noche contándome de la luz mala, de aquel que volvió de la muerte para llevarse a sus amigos con él, o cualquier otro...

El escritor y la muerte (8)

La miseria, el hambre y el dolor campean en Rosario, Argentina. Los barrios humildes y precarios soportan, una vez más, la desazón de perder lo poco que con mucho esfuerzo han logrado rejuntar. Los muebles se arruinan, los colchones se mojan y estropean. La ropa, húmeda, no sirve como abrigo.

(*) El dolor infinito*

La miseria, el hambre y el dolor campean en Rosario, Argentina. Los barrios humildes y precarios soportan, una vez más, la desazón de perder lo poco que con mucho esfuerzo han logrado rejuntar. Los muebles se arruinan, los colchones se mojan y estropean. La ropa, húmeda, no sirve como abrigo. El temporal se abate sobre la ciudad y no es el primero. Las familias carecientes ruegan que sea el último en mucho tiempo. En los ranchos, los pisos de tierra se convierten en u...

El escritor y la muerte (7)

Mirta miraba, con la vista nublada, la cama que se encontraba a su lado. Mateo cumplía hoy seis meses y estaba internado. A decir verdad, gran parte de su corta vida la había pasado tirado en un lecho de hospital. Es que Mateo había nacido para sufrir, al decir de su madre.

La historia de Mateo

Mirta miraba, con la vista nublada, la cama que se encontraba a su lado. Mateo cumplía hoy seis meses y estaba internado. A decir verdad, gran parte de su corta vida la había pasado tirado en un lecho de hospital. Es que Mateo había nacido para sufrir, al decir de su madre.

Como explicar y que se entienda ese cuerpito tirado, cruzado por tubos y caños que entraban y salían sin piedad de él. ¿Podrías comprender sin verlos, como sus ojos de niño demostraban una resig...

El escritor y la muerte (6)

Mario y Horacio eran dos duendes. En el universo de los duendes, eran los encargados de las conjunciones. Entre ambos se ocupaban de armar las ocasiones que se dan en la vida de un ser humano de estar a la hora justa, con el ánimo adecuado, en el lugar exacto. Deambulaban en esas raras franjas del día en que todo es difuso. Cuando la noche comienza a dar paso a la luna, o bien cuando la madrugada lucha con las luces del alba y todo se hace más confuso, fantástico e irracional. Estaban presentes en cada momento mágico que se gestaba y eso los hacía bellos, de belleza interior y plenos de felicidad, porque adoraban su función.

Entre Abril y Julio

Mario y Horacio eran dos duendes.

En el universo de los duendes, eran los encargados de las conjunciones. Entre ambos se ocupaban de armar las ocasiones que se dan en la vida de un ser humano de estar a la hora justa, con el ánimo adecuado, en el lugar exacto. Deambulaban en esas raras franjas del día en que todo es difuso. Cuando la noche comienza a dar paso a la luna, o bien cuando la madrugada lucha con las luces del alba y todo se hace más confuso, fantástico e irrac...

El escritor y la muerte (5)

Como contar en los tiempos que corren, que una vez hubo magia de verdad. Como explicar en el nadir del siglo XXI, que los duendes y la fantasía formaron una vez parte de la historia y vagaban por el mundo como perros vagabundos y bohemios. Como puedo yo contarte hoy, que el hombre vuela y se arma parte a parte en complicados transplantes, que aún en estos días, la magia sobrevuela nuestras vidas y dibuja garabatos en el alma aunque nosotros no nos demos cuenta...

Nathan y Sara

Como contar en los tiempos que corren, que una vez hubo magia de verdad. Como explicar en el nadir del siglo XXI, que los duendes y la fantasía formaron una vez parte de la historia y vagaban por el mundo como perros vagabundos y bohemios. Como puedo yo contarte hoy, que el hombre vuela y se arma parte a parte en complicados transplantes, que aún en estos días, la magia sobrevuela nuestras vidas y dibuja garabatos en el alma aunque nosotros no nos demos cuenta.

Es que nos v...

El escritor y la muerte (4)

Hubo un tiempo en que todo fue distinto. No tenía entonces en el alma, este mar de confusiones y la inocencia me protegía de mis propias bajezas. Los ideales estaban intactos y caminaba por la vida con esa ansia vikinga de conquistar todo lo que era conquistable. De probar la medida de mis fuerzas y caminar por la cornisa hasta el límite mismo de la existencia. Era joven y atolondrado.

***EL ESCRITOR Y LA MUERTE

(capitulo 4)***

Intersección

Hubo un tiempo en que todo fue distinto. No tenía entonces en el alma, este mar de confusiones y la inocencia me protegía de mis propias bajezas. Los ideales estaban intactos y caminaba por la vida con esa ansia vikinga de conquistar todo lo que era conquistable. De probar la medida de mis fuerzas y caminar por la cornisa hasta el límite mismo de la existencia. Era joven y atolondrado.

Era una buena época. Recién comenzaba mi...

Imágenes

Él la mira y siente. Ella lo ve y se excita. El encuentro comenzó mucho antes que sus ojos se cruzarán. El cruce, como un ritual atávico, se dio mucho antes que sus manos se rozaran. Que sus cuerpos quedarán a la vista y en cueros. Que ambos se hallaran...

Imágenes

Él la mira y siente. Ella lo ve y se excita. El encuentro comenzó mucho antes que sus ojos se cruzarán. El cruce, como un ritual atávico, se dio mucho antes que sus manos se rozaran. Que sus cuerpos quedarán a la vista y en cueros. Que ambos se hallaran.

Se buscaron con sus mentes y al instante siguiente se hablaron a la distancia. Compartieron sensaciones por teléfono.

Ambos se miran.

La mirada es el puente que se tiende hacia la nada. Una nada que será conquistada y t...

El escritor y la muerte (3)

La calle estaba gris. Como el tiempo. Sobre el horizonte, oscuros nubarrones cubrían la esperanza de un pronto sol. Dentro del teatro, el mago y su vida no estaban distinto. Su alma, atada a un viejo amor y sus días, clavados en el hastío de un destino que no creía suyo pero debía aceptarlo. Era un buen mago. El mejor. Lograba como pocos pintar colores de alegría en el alma de cualquiera y con frecuencia desaparecía del escenario fascinando a todos, inclusive a él mismo...

La leyenda del mago en la brisa (capitulo 3)

La calle estaba gris. Como el tiempo. Sobre el horizonte, oscuros nubarrones cubrían la esperanza de un pronto sol. Dentro del teatro, el mago y su vida no estaban distinto. Su alma, atada a un viejo amor y sus días, clavados en el hastío de un destino que no creía suyo pero debía aceptarlo. Era un buen mago. El mejor. Lograba como pocos pintar colores de alegría en el alma de cualquiera y con frecuencia desaparecía del escenario fascinando a todo...

El escritor y la muerte (2)

Segunda parte de un reto a muerte donde el erostimo juega a favor de las letras.

() La gitana del Orzán*

Cuenta la historia que ella y él estaban destinados a encontrarse. No importa que fuera lo que hicieran. Terminarían cruzándose. Eso fue lo que empezó a pasar, cuando el buque pesquero en el que viajaba Marco, arribó a La Coruña bordeando el dique del Centenario. La gitana, con los sentidos siempre alerta como un animal salvaje, adivinaba la suerte a los transeúntes que pasaban cerca de la plaza María Pitá. Como un preludio de lo que iba a suceder, se detuvo en sus a...