Unos kilos de más
Estaba sentado en una mesa del restaurante del Hotel Gran Ciudad. En ese momento el camarero estaba rellenando mi copa de vino, por lo que había dejado de observar la puerta de entrada
"No me mires", se quejó, cubriéndose los pechos con el brazo, y cerrando sus piernas.
"Apaga la luz." Negué con la cabeza y una sonrisa picarona en mi boca.
"No, guapa, me gusta mirarte. Me gusta contemplar tu hermoso cuerpo. Ahora, abre las piernas cariño..."
Separó las piernas, mostrándome su entrepierna de nuevo. Me agaché y levanté sus rodillas, empujando sus piernas hacia ella. Sus labios vaginales aparecieron ante mí, hinchados y húmedos. Se percibía el brillo de sus flujos segre...