La Pluma
Cuando escribir y el placer van de la mano.
Pasos, pasos y más pasos. Más nítidos, cada vez más cerca. Si, había dejado la puerta de casa abierta mientras me ponía un pantalón de chándal. No era plan de recibir a uno de esos mensajeros de Amazon como Dios me trajo al mundo, ¿verdad?
¡Ding!
- ¡Un momento! Abrí la puerta por completo y una figura femenina esperaba sobre el felpudo. Era una chica joven, de cabello oscuro, ojos negros y labios rojos, con una gabardina negra y un casco de moto en la mano. Es curioso como un pintalabios puede...