La cena de gala (3) fin

Al momento apareció con una botella y dos copas. Incluso de aquella forma, desnudo, con la polla flácida, cansado por el esfuerzo realizado y apoyado en el quicio de la puerta con las copas en la mano, Jean ofrecía un aspecto irresistible.

La Cena de Gala (3)

Se lo había pedido con tanta convicción, que enseguida supe que no se negaría.

Quiero que me folles, nunca me he corrido con una polla dentro- volví a repetirle.

Jean, agotado por la segunda corrida de la noche, se había retirado de mi. Desnudo, con unas gotas de sudor mojándole el pelo y el escaso vello que le cubría el pecho, se había dirigido a la cocina. Al momento apareció con una botella y dos copas. Incluso de aquella forma, desnudo, con la polla flácida, c...

La cena de gala (2)

No sabía si lo que me guiaba era mi cabeza o el puro instinto, pero el caso es que allí estaba, siguiendo a Jean por las calles de París, con dirección a su casa.

La Cena de Gala 2

No sabía si lo que me guiaba era mi cabeza o el puro instinto, pero el caso es que allí estaba, siguiendo a Jean por las calles de París, con dirección a su casa. De vez en cuando, la conciencia me jugaba malas pasadas y pensaba en dar la vuelta, volverme al hotel y olvidarme de todo, pero sabía que una decepción como ésa me condenaría a matarme a pajas el resto de mi vida. Me había dejado comer la polla por un tío, en el baño de un restaurante y con mis jefes a dos metros, en...

La cena de gala (1)

Detrás de mi apariencia, la de un joven interesante, tirando a empollón, guapete, con buen cuerpo pero no mucha estatura, se escondía un tío inseguro, muy hábil para acaparar la atención en ambientes sociales, que podía llegar a ser divertido durante un rato, pero que enseguida se sumía en un mar de dudas y prefería replegarse en sí mismo

La Cena de Gala 1

La verdad es que no me podía quejar. Apenas 28 años, una oposición dura aprobada y un trabajo que me permitía estar constantemente viajando y rodeado de gente interesante de la que se podía aprender mucho. Sin embargo, lo cierto es que ni era feliz ni parecía que llegara a serlo.

Detrás de mi apariencia, la de un joven interesante, tirando a empollón, guapete, con buen cuerpo pero no mucha estatura, se escondía un tío inseguro, muy hábil para acaparar la atención en ambien...