Seducción Invernal
Por último sus piernas esbeltas, eran estilizadas por unos pitillos también negros de charol. Su cabello oscuro se hallaba recogido en una coleta pulcra. Pasé saliva, pues, de manera inoportuna, mi garganta se había secado. Sostenía en sus manos un anotador y un bolígrafo.
Era de noche. Hacía bastante frío y mis ojos me escocían por la brisa que me golpeaba la cara y me cortaba la piel, o eso era lo que yo sentía. Metí mis frías manos en los bolsillos de mi cazadora negra y me detuve delante de lo que parecía un bar. Miré entre los cristales el lugar en el que me metería y parecía bastante satisfactorio.
Gire la calle y encontré la puerta cubierta con una cortina. Pronto el calor se fue colando por todo mi cuerpo, haciéndome estremecer mientras se calentaban todas las...