La reja
Un hombre deseoso; una mujer dispuesta y una verja entre los dos. Pero donde hay un agujero, hay un camino.
Ya se lo podían esperar de mí. Ya me lo podía esperar de mí, de hecho. Ser el último en terminar. Casi mejor así: cualquier otro resultado habría sido un “hey, cacho vago”. Todos los demás podían terminar cuando querían pero yo no. Oh, yo no.
Pero es igual. Al final del día, me suelen dejar tranquilo allá arriba, donde nadie más quiere trabajar. Sólo en el invernadero, nadie me molesta. Claro, ellos dirán que soy yo quien no molesta a nadie. Tonterías.
Y siempre es igual: a media luz, apenas ilu...