Yarisa
Compartir una habitación de hotel puede traer agradables consecuencias.
En algún momento de la noche, tras la larga jornada de viaje, me despierto. O mejor debería decir que cobro cierta consciencia en la que mis sueños se amontonan con una realidad que no soy capaz de definir. Alguien jadea. Casi sin moverme, toco a Silvia; su respiración es profunda, tranquila y pausada. Alguien jadea.
Es ahora cuando me comienzo a dar cuenta que el sonido viene de la cama de al lado. También el movimiento. Yarisa, nuestra pasajera, se está masturbando. El descubrimiento me llega...