La tranca del mino
De como un mancebo de la antigua Grecia se pierde por una buena polla en los laberintos de su vida.
El oráculo ha hablado con verdad, no faltó certeza en sus predicciones. Como fue vaticinado, me encontraba entre la fila de jóvenes dispuestos para la ofrenda, a los que pasaba revista la hija del rey tal como su padre lo hacía con los soldados de sus tropas guerreras. Los jóvenes eran auscultados con minuciosidad casi obscena por la muchacha. Miré disimuladamente, y, a pesar del temor, con cierto deleite hacia mis compañeros sin volver la cabeza para notar la escena montada. Están desnudos como yo. La much...