Nunca digas nunca, desfogue de trabajo
Uno de esos días que los puedes etiquetar como que me maten ya de una vez y que acaba en tragedia (lujuria..)
Dos Golpes. Silencio. Espera.
La puerta D del tercer piso de un edificio, ni muy nuevo, ni muy antiguo, del barrio de La latina se abrió para darme la bienvenida. Allí se encontraba David, enérgico, pletórico. Después de tantos años, aún me sorprende como se vuelca con cualquier cosa. Ese día era yo el que le había llamado, el que necesitaba auxilio después de uno de esos días que los puedes etiquetar como “que me maten ya de una vez”.
El mundo de la consultoría siempre es complicado, muy sacrif...