no, ya no puedo
Una vez más mi mujer tuvo que conformarse con quedarse empinada en cuatro después haberme masturbado frenéticamente por mí mismo buscando una erección más o menos firme que me permitiera cogerme a mi esposa.
— ¡No, ya no puedo!
Fue lo último que le dije antes de tumbarme a dormir a su lado en la cama. Una vez más mi mujer tuvo que conformarse con quedarse empinada en cuatro después haberme masturbado frenéticamente por mí mismo buscando una erección más o menos firme que me permitiera cogerme a mi esposa.
Era frustrante el no poder meter mi verga en esa vagina que tenía enfrente, Micaela a sus 39 años y a pesar del sobrepeso ganado tenía un hermoso trasero, mismo que parece tomar mejor forma cuando...