Dos desconocidos
Esta fue mi primera experiencia sin mi marido. El viejo y el joven me dieron lo que necesitaba en ese momento.
Mi marido se empeñó en que le acompañara en ese inesperado viaje de trabajo. Su única combinación posible era en tren. Preparé lo imprescindible y después de un día complicado, estaba deseando dormir durante la noche de viaje que nos esperaba. Una vez instalados en el vagón, y mientras mí marido cogía suavemente el sueño con el vaivén del tren, me dispuse a ir al W.C. situado al final de un estrecho y larguísimo pasillo. Antes de cerrar la puerta tras de mí, ya mi marido dormía plácidamente. No quise...