Pequeña venganza

Mi suegra me permitió una dulce venganza de mi mujer.

Habíamos tenido un día bastante cansador para mí, ya que conduje mi automóvil por setecientos kilómetros desde la casa de mis suegros donde pasamos la Navidad hasta mi pueblo. Mi suegra y un amigo de mi hijo de diecisiete años eran nuestros invitados por unos días del verano, y ambos completaban el cuadro familiar que integramos Patricia, mi esposa de 48 años, Damián mi hijo de diecisiete y yo Juan, de 50.

Yo sospechaba que mi esposa había accedido a traer con nosotros a Luis (así se llama el am...