Acto caritativo
Una suegra, ante la ausencia de su hija, alivia a su yerno, con fingidas protestas.
Tras 12 años de matrimonio, mi esposa ascendió en su empresa y tuvo que viajar con frecuencia. Mi suegra, que había enviudado, pasaba largas temporadas con nosotros en casa, ayudándome con los niños cuando ella estaba fuera. Por aquel entonces, tenía unos 55 años. Era una mujer un tanto gordita, con unas tetas enormes, y sobre todo con unos ojos muy alegres y una voz muy suave y melodiosa.
No se cortaba a la hora de soltar pequeñas puyas, de tipo sexual, pero siempre sonriente y con una mirada p...