Amores prohibidos IV
Recuerdos.
Mientras rebanaba y picaba y lagrimeaba lastimeramente por la cebolla y por la ausencia de mi Ira (diminutivo de su nombre), me encontré recitando el poema de Oliverio Girondo que tanto le gustaba.
Amor indeformable…
Habiendo concluido mi investigación, ya no tenía sentido quedarme más tiempo en el pueblito, así que decidí regresar a casa. Me despedí de quienes me habían ayudado, incluso de mi guardaespaldas, el enorme ovejero. Para ser honesta...