El precio del... silencio

No la quiso violar, prefirío que lo hicieramos entre nosotros, cuñados, para que no pudieramos delatarle.

EL PRECIO DEL... SILENCIO

La situación en que me encontraba parecía el fruto de una alucinación. Desde hacía una hora estaba atado a una silla mientras tres ladrones buscaban un botín que, supuestamente, consistía en 100.000 € que mi hermano mayor iba a destinar a la compra de piezas de anticuario. Nunca me habría imaginado que ese negocio, asociado al buen gusto y la estética, utilizara algo tan vulgar como los pagos en metálico de ese volumen, que recordaba al negocio de los tratantes...

Sara en la medina de Asilah (2)

Sara mira y disfruta como sus amigos adolescentes son ven sorprendidos y forzados por cuatro adultos.

Sara en la Medina de Asilah (II)

Había sido seducida por un par de perversos adolescentes que me habían hecho disfrutar como nunca. Había hecho, por primera vez, un trío y, también, por primera vez había gozado con una tía. Estábamos los tres sentados en el suelo agotando los instantes de después y disfrutaba mirando sus bellos cuerpos.

Pero nada había acabado. Solo había hecho que empezar. Cuando nos dimos cuenta estabamos rodeados de cuatro tíos que tiraban de nosotros. No eran los c...

Sara en la medina de Asilah (1)

Sara cuenta cómo se dejó llevar por la perversión de esa pareja de adolescentes mientras recorría la medina de una ciudad de Marruecos.

Sara en la Medina de Asilah (I)

Hacía calor, mucho calor. Sudaba continuamente y caminaba junto a mi chico y un grupo por las calles coloridas y sucias de la medina de Ashila, una ciudad del norte de Marruecos. Me había adelantado unos metros por delante del grupo acompañada de un chaval adolescente que se había convertido en nuestro guía desde hacía dos horas. Se llamaba, como casi todos, Mohamed, y era muy listo y guapo, de los que parece que no han roto un plato en su vida. La zona no te...

Juegos y violencia

Ella recuerda que, al final, consintió en el perverso juego y repasa, paso a paso, aquellas palabras y los efectos que provocaban en su cuerpo.

JUEGOS Y VIOLENCIA

Era un martes y trece pero también una hermosa mañana del mes de mayo. Había quedado a las once con una amiga para ir a estudiar juntas en la biblioteca de la facultad y la estaba esperando, sentada en mi coche, en el sitio convenido. Llevaba ya quince minutos de demora cuando se abrió la puerta contraria a la mía y se dispuso a entrar, con rapidez, un chico al que no conocía. Iba a informarle de su supuesta equivocación cuando alguien tocó el brazo que tenía apoyado en...