Las mujeres del Duque de Berg
Dejó las manos quietas. No quería defraudar a su confesor que tan buenos consejos le daba. Se revolvió en la cama, tomo un almohadón y lo colocó entre las piernas. Lo apretó contra sí intentando calmar el ardor, pero cuanto más apretaba, más ardor sentía.
LAS MUJERES DEL DUQUE DE BERG
Cuando el Duque de Berg decidió, por fin, que ya era tiempo de tomar esposa, escribió una carta a la Varonesa de Pfaf:
"... Compartí con su difunto marido, en la paz y el la guerra, vivencias que nos marcaron para siempre, lloré su muerte como la de un hermano y, seré sincero con usted, tentado estuve de pedir su mano al quedarse viuda, el dolor la hace aún más hermosa.... Ahora creo, sin embargo, que su virtuosa hija, hija también de mi amigo adorado, ya e...