Entregado a la oscuridad

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No podría asegurar cuanto tiempo paso, desde que privado de toda visión me deshice de toda vestimenta (excepto de su collar), me arrodillé, y esperé en completa oscuridad  y sepulcral silencio.

El delicado giro del pomo me despertó de mi ensimismamiento, en el mismo instante que ese temblor volvió a recorrerme desde la nuca hasta el fin de la espalda.  Se fue acercando el repicar de sus tacones,  cadenciosos, acentuados, pero sin prisa, mientras que todo mi bello se erizaba para recibirla.

Se de...