El italiano

Son casi las 5 de la tarde, mi chica debe estar a punto de salir de la oficina e irse a encontrar con el italiano. Yo siento mariposas en el estómago, una compleja sensación de celos y excitación, que hace que bombee sangre incansablemente a mi pequeño pene y que lo pone duro como una piedra.

Son casi las 5 de la tarde, mi chica debe estar a punto de salir de la oficina e irse a encontrar con el italiano. Yo siento mariposas en el estómago, una compleja sensación de celos y excitación, que hace que bombee sangre incansablemente a mi pequeño pene y que lo pone duro como una piedra.

Los días anteriores, Raquel ha estado preparando el encuentro con todo lujo de detalles. Raquel no se va con cualquiera, no. Su perfil de Victoria Milan, sofisticado y sexy, es un reclamo para infinidad de hombre...

¿Quieres saber?

Nuestra relación empezó como las de antes. Ni webs de contactos, ni Facebook, ni nada de todo eso… Unos amigos comunes, algunas barbacoas, una invitación a salir… y, por mi parte, la certeza de que había encontrado a la mujer de mi vida.

Nuestra relación empezó como las de antes. Ni webs de contactos, ni Facebook, ni nada de todo eso… Unos amigos comunes, algunas barbacoas, una invitación a salir… y, por mi parte, la certeza de que había encontrado a la mujer de mi vida.

Y no es que no tuviese razones para dudar de mí mismo. A mis cuarenta y cinco años ya cargaba con dos matrimonios rotos, pero también con el feliz fruto de mi fantástica hija. Francamente, no tenía por qué pensar que la tercera sería la definitiva.

Pero es que R...

¿Quieres saber? (2ª parte)

Queridos lectores, recordaréis que el anterior relato terminó con mi encuentro con Raquel, cuando menos se lo esperaba, en un local de ambiente latino de Barcelona donde había ido a buscarla convencido de que la encontraría con Nacho, su amante.

Queridos lectores, recordaréis que el anterior relato terminó con mi encuentro con Raquel, cuando menos se lo esperaba, en un local de ambiente latino de Barcelona donde había ido a buscarla convencido de que la encontraría con Nacho, su amante. Y recordaréis también que me quedé con un palmo de narices porque, al parecer, el tal Nacho, ni estaba ni se le esperaba.

“¿Pero qué haces aquí, cariño? – me preguntó Raquel con evidentes muestras de alegría – “¡Qué sorpresa, y yo que creía que hoy tendría q...

Cariño, seguro que me entiendes (Cuarta y última)

Cuando la conocí, no pude ni imaginar que me llevaría a la situación en la que me encuentro ahora.

Aquel sábado me desperté bien entrada la mañana. A mi lado, Graciela dormía profundamente, expurgando los excesos de la noche anterior.

Decidí que lo mejor que podía hacer era aferrarme a mi rutina de ejercicio diario, por lo que me fui a correr los 10 Km habituales con los que intentaba inútilmente frenar los estragos de la edad en mi cuerpo.

Cuando volví a casa, pasé directamente al baño, me duché y una vez aseado, me envolví en el albornoz y me dirigí al comedor con cocina americana del peque...

Cariño, seguro que me entiendes (Tercera parte)

Cuando la conocí, no pude ni imaginar que me llevaría a la situación en la que me encuentro ahora.

Siempre he tenido el sueño ligero, pero aquella noche fue de las menos apacibles que recuerdo. Me revolvía desnudo entre las sábanas buscando el imposible acomodo de mi pene erecto mientras abrazaba con desesperación la almohada que en modo alguno distraía la ausencia de Graciela.

Mi mundo se había venido abajo consciente de que aquella noche había encontrado la pequeña brecha que entre nosotros quizá siempre había existido. Me maldecía a mí mismo por haberle abierto mi corazón a una mujer que no me c...

Cariño, seguro que me entiendes (1ª, corregido)

Cuando la conocí, no pude ni imaginar que me llevaría a la situación en la que me encuentro ahora.

Cuando la conocí, no pude ni imaginar que me llevaría a la situación en la que me encuentro ahora.

Curiosamente, la diferencia de edad no fue nunca un obstáculo. Graciela, en el esplendor de sus 30 años, estaba acostumbrada a tratar con cuarentones como yo debido a su trabajo de directora en un hotel en Barcelona. No le pasaban desapercibidas las miradas furtivas, incluso las descaradas, que los clientes habituales le dedicábamos. Las ocasionales invitaciones a tomar una copa fuera del horario de trab...

Cariño, seguro que me entiendes (Segunda parte)

Cuando la conocí, no pude ni imaginar que me llevaría a la situación en la que me encuentro ahora.

Después de aquel primer encuentro, nuestra relación empezó a afianzarse. En el hotel, de cara al resto de la gente, me seguía tratando con formalidad, pero nos hacíamos pequeños gestos de complicidad que sólo nosotros entendíamos. Más de una vez se coló en mi habitación, con cuidado de no ser descubierta, para echar unos polvos intensos, y sobretodo rápidos, porque no podía abandonar demasiado tiempo sus obligaciones. Yo me desnudaba, totalmente empalmado, esperando a que Graciela abriera la puerta con su l...

Cariño, seguro que me entiendes (Primera parte)

Cuando la conocí, no pude ni imaginar que me llevaría a la situación en la que me encuentro ahora.

Cuando la conocí, no pude ni imaginar que me llevaría a la situación en la que me encuentro ahora. Curiosamente, la diferencia de edad no fue nunca un obstáculo. Graciela, en el esplendor de sus 30 años, estaba acostumbrada a tratar con cuarentones como yo debido a su trabajo de directora en un hotel en Barcelona. No le pasaban desapercibidas las miradas furtivas, incluso las descaradas, que los clientes habituales le dedicábamos. Las ocasionales invitaciones a tomar una copa fuera del horario de trabajo la...