Una agraciada vecina (II)
Otra mañana volvió a casa de la vecina, esta vez citado por la hija. Su sorpresa fue que le abrió la puerta la madre, con su calentura le hizo pasar y en medio de otro gran desenfreno sexual, su hija se percató de los gemidos.
Luego del primer encontrón con mi vecina, la cual se me olvido describirla y su nombre, les diré que, para sus 42 años, el nombre de ella es Elsa, tiene un culito bien durito aun, con unas caderas bastantes anchas las cuales vuelve loco a uno, y unos pechos bastantes grandes de contextura bastante esbelta, es difícil de creer que tenga esa edad, pero la vieja se mantiene aun cogible. Al cabo de unos días, no podía dejar de pensar en aquella mañana en donde nos revolcamos como locos en su habitación, q...