Me huele a venganza

Las vendettas en caliente también tienen su aquel.

-¡Que te la folles te digo, cabrón!

Qué gusto pronunciar esas palabras mientras encañonas a tu novio (quizás a esas alturas ya era mi ex, pero esos matices son difíciles de introducir en una situación tan poco frecuente), que te mira angustiado con los ojos fuera de las órbitas, el sudor formando ríos en su frente y una fulana acojonada pegada a su polla.

Yo soy buena gente, de verdad. Pero para ser buena no hace falta ser idiota, y los devaneos de Alberto me los olí desde el principio. Me...

El tránsito

En el momento de la partida.

Pues vaya chasco. Ni luz al final del túnel, ni mi vida pasando en diapositivas ante mis ojos. Menudo fraude. La muerte está llena de mitos mentirosos. Igual es por el coma, que me tiene enfrascada en una especie de muerte a cámara lenta. El caso es que me siento como un presencia, liviana e imperceptible para los demás que me rodean, aunque yo sí puedo verles e incluso revolotear entre ellos a pesar de que yazgo sin remedio sobre la cama con los ojos irreversiblemente cerrados. Mi cuerpo aún respira,...

Operación: salvar el matrimonio

Cuando dos personas se quieren, hay que hacer cualquier cosa para que recuperen la pasión.

Para todos los Verdiales, por su contribución a la página, y por su calidad humana, que me devuelve la fe en la juventud.

(NOTA: los lectores pueden encontrar los magníficos antecedentes de esta historia acudiendo a la ficha de autor del grupo Verdiales y leyendo los relatos "Marina" y "Maruja").

Cómo eché de menos aquel bloque de vecinos cuando me mudé a la otra punta de la ciudad. Eran una gente estupenda, sobre todo aquellos dos cuarentones a los que me beneficié, por turnos, a lo largo...

Un completo desconocido

¿Llegamos alguna vez a conocer mínimamente a alguien?

Aquel no podía ser él. No podía ser Joseba. Mi Joseba. Imposible que aquel joven envejecido, de gesto adusto y mirada fría y desafiante fuera el Joseba que yo conocí. Contemplaba atónita la pantalla de la televisión cuando Zuriñe, la alegría más hermosa de mis días, reclamó mi atención con sonoros berreos desde el capazo. Cogí a mi niñita de seis meses y la acuné en mis brazos, mientras repetía para mis adentros que me equivocaba, que el hombre que en aquellos momentos enfrentaba cargos horribles fren...

Final feliz

Más que un micro, un nanorrelato.

-Te quiero- le dijo ella.

-Y yo a ti-le replicó él.

Y se lo repitieron cada día durante toda la eternidad de sus vidas, bajo olas de frío y olas de calor.

Y Hera tuvo, por fin, el final feliz que nunca encontraba en sus relatos....

Son once contra una

El fútbol es así. Y las venganzas de las mujeres heridas también pueden ir cargadas de tópicos.

La mujer entró tan violentamente por el despacho del presidente que sus tacones de aguja hacían ruido al clavarse en la moqueta. Detrás de ella, una secretaria despeinada trataba inútilmente de seguir su paso, ya que detenerla se había demostrado como un esfuerzo vano.

-¡Tú lo sabías, hijo de puta! ¡Tú sabías todo siempre!- dijo la mujer, con los ojos inyectados en despecho, aferrando con las uñas el borde de la mesa. El presidente dejó a mitad la conversación telefónica que mantenía y colgó sin...

Siento haberte mentido

Si narro estos hechos es porque necesito ser sincera con alguien.

Éste sí, éste tenía que ser, entera y exclusivamente, para Jonathan. Por todo lo que él ya sabe. Y por más.

Escribo esto porque sé que Fernando visita mucho esta web. Sé cuánto le gusta leer relatos eróticos y en esta página siempre encuentra algunos de calidad. Por eso lo escribo y lo publico, porque es una forma más cómoda de expresarme que ir hasta Fernando y contarle todo esto en la cara. O sea que ya lo sabes: Fernando, esto va para ti.

Lo primero que quiero que sepas es que siento hab...

Prejuicios de clase

Nadie debe consentir que le miren por encima del hombro, aunque a veces la venganza tome caminos extraños.

Para Santi, que es más majo de lo que parece.

A Laura no le resultaba nuevo ganarse un dinero cuidando hijos de gente rica. La llamaron de la agencia, en la que llevaba ya dos años, para que trabajara como canguro un viernes por la noche, haciéndose cargo de los pequeños de una pareja muy adinerada. Nunca había sido objeto de queja o reclamación, era responsable y cumplidora, y se llevaba bien con los niños. Normalmente, la gente con pasta la trataba con condescendiente corrección, como tratando...

A veces

No siempre.

A veces. No siempre.

Me siento lo último de tu universo,

más lejana que la estrella

que cierra tu cielo.

A veces. No siempre.

Me siento una prioridad.

Y es tan dulce que no me deja dormir.

A veces. No siempre.

Qué más da si me olvidas.

Qué más da si el océano

se olvida de una gota.

¿Acaso importa?

A veces. No siempre.

Si debe ser así,

no vale que yo me rebele.

(Y a veces me rebelo)

A veces. No siempre.

Soy...

Contrapoema

Presunta tentativa de contra-poesía.

No me gusta la poesía.

No me basta,

no me contiene,

no contiene lo que me arde,

como el sol el calor,

o el cielo lo eterno

o las lágrimas el amor.

Odio las rimas.

Esquivas y forzadas,

burlonas en su huida de mis dedos.

Sonantes y asonantes,

delatoras y chivatas de mi talento.

Abomino de la métrica.

De su rigidez arrogante y estirada,

del modo altivo en que las sílabas

se multiplican desobedientes.

De la tiranía q...