Me huele a venganza
Las vendettas en caliente también tienen su aquel.
-¡Que te la folles te digo, cabrón!
Qué gusto pronunciar esas palabras mientras encañonas a tu novio (quizás a esas alturas ya era mi ex, pero esos matices son difíciles de introducir en una situación tan poco frecuente), que te mira angustiado con los ojos fuera de las órbitas, el sudor formando ríos en su frente y una fulana acojonada pegada a su polla.
Yo soy buena gente, de verdad. Pero para ser buena no hace falta ser idiota, y los devaneos de Alberto me los olí desde el principio. Me...