Luis, el maduro que me corneó
La visita a un concesionario de automóviles nos deparó algo tan inesperado como placentero.
Era una mañana de principios de verano cuando paseando con mi mujer recalamos en las grandes cristaleras de un concesionario de automóviles de una reconocida marca de alta gama, es una marca que a mi mujer le encanta.
- ¿Entramos a mirar? - me preguntó Judith.
- Cómo quieras, mirar no cuesta nada - le respondí.
Nos dimos una vuelta por las instalaciones, la verdad es que ver esos coches nuevos tan bien presentados es un placer para alguien como yo a quien le encanta la automoción.
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