Modosita lujuriosa

Aceleré el ritmo y ella en respuesta aferró mi culo y me clavó las uñas con saña. Pensé que le había hecho daño y frené el impulso de mi pierna.

Cerré la puerta de mi apartamento y respiré profundamente.

–Mi casa –dije en voz alta para escuchar como sonaba.

Una sensación indescriptible me recorrió todo el cuerpo. Al cerrar aquella puerta, tras despedir a mis padres, tuve una sensación de seguridad, de refugio, de intimidad, que jamás antes había experimentado.

Por delante se habría un mundo nuevo y seguro, que lleno de cosas maravillosas. No es que en el pueblo, junto a mi familia, no estuviera bien, pero un piso para mí sola en la...

Inmoral VI. El final.

No aguanté más y me tiré de rodillas frente a aquella divinidad. Me cosquilleaba todo el cuerpo, disfrutaba nada más con la expectación de que en breve lo tendría entre mis labios. Miré hacia arriba y nuestras miradas se cruzaron.

Despertar entre los brazos de Marina y con el aroma de su cabello envolviéndome izo por un momento que me olvidase de todo lo ocurrido. Fue en el instante de intentar moverme cuando todo lo sucedido el día anterior regresó con fuerza a mi mente. Un dolor sordo en todas las articulaciones de mi cuerpo, un escozor punzante en el muslo y un vacío en la boca del estómago, que no se debía al hambre precisamente.

-¿Cómo amanece mi princesa? -preguntó mi ex, utilizando el apelativo con el que solía llamarme...

Inmoral V.

-Madre mía, con el casco y en bragas estabas desastrosa pero ahora estás peor, vaya cara.

La aguja del velocímetro marcaba ciento veinte kilómetros por hora cuando giré el puño del acelerador a fondo. Dos horas haciendo pesas en el gimnasio no habían sido suficientes para descargar la rabia y frustración que me consumían. Solo había otra opción antes de terminar bebiendo gin-tonics y escuchando Alanis Morissette; volar sobre el asfalto intentando que los problemas quedasen atrás.

Me pegué más al depósito, intentando que las ráfagas de aire, que a esa velocidad eran fortísimas, no me desest...

Inmoral IV.

Acaricié su tripa, sintiendo la suavidad y calidez de aquella piel. No debía, no podía, era inmoral, pero mis manos decidieron actuar por sí mismas, ascendiendo hasta tomar entre mis palmas aquellos pechos de pezones duros como piedras.

Aparqué encima de la acera, junto a un montón de motos aparcadas en batería. Como siempre llegaba tarde, pero no me pude resistir a admirar una novísima BMW que estaba aparcada cerca de mi vieja Zephir. Pensé en lo reducida de mi cuenta corriente y me resigné a que mi moto y yo siguiésemos cumpliendo los mismos años juntas.

--Pero mira que te sienta bien el uniforme –saludé a Carmen, una de las policías de la puerta del juzgado de menores.

-¿Llegas tarde? –preguntó mientras yo ya corría hacia la...

Inmoral III.

Con mis pezones fui acariciando y rozando sus párpados, su nariz y sus labios, que de inmediato se abrieron para apresar mi carne entre ellos. Como una niña golosa, se amamantó primero de uno y luego del otro al tiempo que sus manos amasaban mi culo por encima de los pantis. Poco después, la tela le

El retumbar de los subwoofers me golpeó nada más entrar en el local. Volví a arrepentirme de no haber quedado con las locas de mis amigas antes de ir a la discoteca, me iba a costar un mundo encontrarlas con tan poca luz. Me dirigí a la primera barra y pedí un ron con limón, si tenía que estar un rato buscándolas mejor que fuera con algo de beber.

Con la copa en la mano fui directamente a la segunda planta, en la primera la música era demasiado dance y estaba segura que allí abajo mis chicas no aguant...

Inmoral II.

-No tengas miedo por defraudarme, eres una tía genial y las dos juntas lo vamos a conseguir.

El rítmico chocar de las pesas al subir y bajar, por las poleas, y la preocupación por organizarme el trabajo, para poder atender todos los casos hicieron que me abstrajera de cuanto sucedía a mi alrededor.

-¡Eh tía! -gritó Sonia en mi oído.

-¿Cómo? -respondí saliendo de mi aturdimiento.

-Que te has quedao en la luna, debes haber hecho diez o doce series sin descansar.

Solté la barra con la que trabajaba los trapecios y miré a mi amiga.

-Por no hacerme caso te has perdido el pi...

Inmoral

En algunas ocasiones del cariño al amor hay un paso muy pequeño, de la admiración al deseo hay tan solo un beso.

Fui consciente de mi misma, mucho antes de abrir los ojos. Sentía el calor del cuerpo que dormía a mi lado así como de la suavidad de las sábanas. El zumbido de mi cabeza y la sequedad de mi boca me dejaron a las claras que estaba de resaca. Poco a poco fui encajando las imágenes de la noche anterior.

Una discoteca de ambiente, unos cubatas demasiado cargados y una morenita muy risueña. Por fin, consciente de dónde me encontraba, me levanté de la cama y busqué el cuarto de baño, necesitaba mear y darm...