Lefa y ternura (2)

–Sí, cabrón, sí. Me pones más caliente que él. Pero lo quiero a él. Estoy enamorada de él– le dije muy bajito en su oreja, mordiéndosela, retorciéndome de gusto, serpenteando por la cama, meneándole la polla con una mano y desquiciada por lo que me hacía en el coño con la suya. –Qué puta eres, Guli. Me gustas. –Y tú a mí, hijo de puta. Me vuelves loca, cabrón. –Ahora vas a hacerme una mamada como la que le acabas de hacer a ese gilipollas. –Sí...

LEFA Y TERNURA (2)

Todo empezó a complicarse cuatro meses después, a comienzos de la primavera. Una noche, muy tarde, cuando ya nos habíamos dormidos los dos después de que Carlos llegara a casa y me hubiera follado un par de veces, sonó el timbre de la puerta: con insistencia, con urgencia, con chirridos repetidos y cortos, histéricos. Asustados, saltamos de la cama, Carlos se puso los calzoncillos, yo el albornoz, y salimos a abrir.

En la puerta estaba Luismi, el hermano pequeño de Carlos...

Lefa y ternura (1)

Los dos pasábamos el día empapados: a ratos de lefa, pero todo el tiempo de ternura.

LEFA Y TERNURA (1)

Carlos y yo nos conocimos en un bar, un lunes en invierno, cuando ambos teníamos 25 años. Los dos estábamos con un grupo de amigos, cada uno con el suyo, ocupando dos mesas próximas. Yo me fijé en él desde que entró al bar, pasando a nuestro lado para acceder a su mesa. Un tío no muy alto, más o menos como yo, espaldas anchas, un culazo de impresión, manos muy bonitas, con dedos largos, de piel suave, muy cuidadas. Vestía unos tejanos usados que se adaptaban a su cuerpo como u...

Carta al joven amante

Lejos de él por unos días, le cuenta cómo perdio, sucesivamente, la inocencia y la ingenuidad.

CARTA AL JOVEN AMANTE

Querido:

Volando ayer, un mar de nubes debajo del avión y el sol diluyéndose en el horizonte como una naranja fosforescente, comprendí que estaba enamorada de ti. El tiempo es ya enemigo: a mi edad, no es posible aprender las palabras ni inventar las emociones. Tampoco —con tristeza, sin resignación, lo escribo—, entretener la esperanza engordando la ilusión. Iré, pues, al grano. Te quiero. Mi vida, desde ahora, no es mía: es tuya. Yo transitaré por ella, pero, no la...