La visita
Las tardes en el despacho se pueden amenizar...
No puedo negar que siempre había fantaseado con tomar a alguna de mis compañeras de trabajo. Me lo imaginaba en mi despacho, aprovechando la languidez de alguna tarde estival.
Y, al fin, la ocasión se me presentó. No pensaba desaprovecharla.
Hacía algunas semanas que se habían incorporado nuevos fichajes al sector donde trabajaba. Entre ellos destacaban dos chicas, Mónica y Azalea, que eran las que protagonizaban preferentemente mis fantasías.
Una tarde, de las primeras calurosas que nos visi...