Un trabajo muy especial
Al cumplir 26 me di cuaenta que todo podia pasar hasta conocer a una mujer, si esa mujer que todos llevamos dentro.
Tenía 26 años cuando logré el empleo. Era mi primer empleo formal, con un buen sueldo, cierta responsabilidad y trabajo continuado. Había entrado como aprendiz de ventas en una importante empresa multinacional de componentes electrónicos. En la entrevista previa, ya me informaron que, tras unos cursos que debía tomar en la misma oficina, acudiría durante algún tiempo como secretario de una jefa de departamento a ayudarle en lo que fuera posible y, sobretodo, aprender el oficio plenamente.
Tras u...