Tu amante autorizada

Del lado izquierdo hay un espejo y tu silueta se confunde con la mía, nos agitamos como un animal monstruoso que respira entrecortadamente. Pueden pasar horas o minutos, qué importa si tengo tu calor y al fin llegan los temblores...

En mi posición predilecta te recibo, con la espalda rozando tu pecho por ratos cada que bajas para morder mi cuello... El resto del encuentro nos unen sólo tu pubis y mi parte trasera, mi rincón más preciso y esa parte tuya que deseo lengüetear.

Esas manos rudas se vuelven de seda para aferrar mi cintura, para jalarme delicadamente y atraer mis caderas. Somos dos personas que se conocen de años y saben cómo hacer que el otro se derrita, cómo invitar con la mirada a reunirnos en la penumbra de nuestra...

Violación

Dime que soy una cerda, que todo el tiempo pienso en cogerte, quiero que te vengas mientras me arañas, lubrica mi culo con tu semen y penétralo sin avisarme, sí, tienes que acostumbrarlo para que claves tu pene cuando tú quieras, para que te vengues de esta violación metiendo tu verga en mis nalgas...

VIOLACIÓN

Gina Halliwell

Me gusta dormir junto a ti. Me gusta abrir los ojos y encontrarte a mi lado. Me gusta sentir tu mano izquierda en mi cadera, los vellos de tu pecho haciéndome cosquillas en la espalda. Me gusta despertar lentamente, respirar tu aliento que calienta mi cuello, mi hombro y mi oreja; me gusta sentir tus piernas entre las mías hasta que das media vuelta para que sea yo quien te abrace. Me gusta abrazarte. Me gusta sentir tus nalgas rozando mi pubis sin que te des cuent...

Entre cuñados

él acaricia mis orejas con las manos y empuja suavemente mi cabeza para que su miembro no escape, mis labios succionan, mis dientes acarician el enorme glande que está a punto de explotar, chupo el pene que se desliza por mi boca y que quiere llenarme la garganta con su semen.

PERVERSIÓN

A las nueve de la noche llego al bar de siempre. El fin de semana no comienza si no es ahí, en ese bar al que voy con mis compañeros de oficina cada siete días, sin faltar por ningún motivo. Es otro viernes de cantina, camino hacia la mesa y veo que han llegado casi todos. Todos, excepto él.

Me siento en cualquier silla, sin apenas hacer ruido, esperando no llamar la atención. El mesero trae un tarro escarchado, con el dedo índice retiro la sal y la dejo caer sobre el dorado líq...