Imagina.
Tú y yo en nuestro pequeño refugio.
Imagina.
Una larga playa desierta. El cielo está encapotado pero se puede ver el amanecer. Los tímidos rayos del sol naciente se cuelan entre los claros. En medio de la playa hay una tienda de campaña solitaria. El mar está en calma y sólo se oye el suave sonido de las olas y alguna gaviota ocasional. La mosquitera de la tienda está abierta, mecida por la suave brisa.
Si te acercas, podrás verme, tumbada boca abajo, desnuda sobre un revoltijo de mantas. No importa cómo me llamo, cómo soy o m...