Desde la otra orilla
Se quitaron la ropa lentamente. Además, el calor era asfixiante en esa habitación, no sólo por el verano incandescente sino por el deseo de sus cuerpos que los consumía. Tenían dos meses saliendo, besándose a escondidas o en la penumbra de la discoteca que frecuentaban, ya no podían respirar sin excitarse. Y lo primero que se les ocurrió fue darse una baño en la ducha, algo necesario pero sensual. Lo tenía a su lado, bajo el agua de la ducha. Era casi anhelo hecho verdad.
Desde la otra orilla
Lo tenía a su lado, bajo el agua de la ducha. Era casi anhelo hecho verdad. Después de tanto tiempo hablando, coqueteando, enamorándose mutuamente, por fin, Luis Miguel le dio la oportunidad de estar juntos, de entregase recíprocamente, alocarse entre sus carnes y besarse hasta la muerte. Gabriel sentía que su deseo culminaba en un momento pleno, algo debido, pero no por ello menos sentido. Ambos estaban a punto de disfrutar una emoción galopante que los llevaría directa...