La becaria (II)

Mi becaria y yo continuamos nuestro juego y disfrutamos de otra sesión de hotel.

En la oficina nos recreamos día tras día en nuestro secreto. El recuerdo de nuestra escapada al hotel es reciente e intenso. Cualquier gesto leve me trae a la mente la imagen de tu cuerpo desnudo. No dices nada pero lo dices todo. Tus ojos son dos ascuas.

Cada vez que coincidimos juegas discretamente a quitarte y ponerte los anillos. Te las arreglas para participar como si nada, soltando ideas ingeniosas. Alguno de tus compañeros me lo comenta:

-       Da gusto trabajar con ella. Especialmente e...

La becaria

Cita con la becaria en una habitación de hotel

Veo tu  mente expectante, ávida. Tu mirada me contempla desde abajo. Estás sentada en la cama y sigues mis palabras y movimientos.

Paseo por la habitación, diseccionando qué hacemos allí. Tú estás sentada, con las manos sobre las rodillas, un poco descuadrada por la situación, pero anhelante y servicial como siempre.

Te has arreglado tal y como te pedí. Seguro que has puesto el mismo rigor que en el resto de cosas que te indiqué. Estás acostumbrada a cumplir con mis instrucciones en el día a día...

Una niña buena (1)

Llevábamos demasiado tiempo retrasando este encuentro.

Teníamos un encuentro pendiente. Tratábamos las cosas por teléfono, aprovechando cualquier oportunidad para vernos o escribirnos. Y cada vez que hablábamos alargábamos la conversación, utilizando dobles sentidos, insinuándonos y riéndonos.

Así que me acerco a verte, con excusas de gestiones pendientes.

-

Más sencillo en persona – acordamos.

Me ofreces café, en el sofá junto a la ventana. En la mesa hay un

os

papeles que revisar

, pero no

les prestamos atenci...

Reencuentro

Entras por la puerta, esperando un beso mío que te confirme esa reconciliación que intuyes, que anhelas. Yo sólo abro la puerta para dejarte pasar y te beso rápidamente en la mejilla. Hago caso omiso a tu gesto de enfado...

Entras por la puerta, esperando un beso mío que te confirme esa reconciliación que intuyes, que anhelas. Yo sólo abro la puerta para dejarte pasar y te beso rápidamente en la mejilla. Hago caso omiso a tu gesto de enfado y pasamos al salón.

Paseas de un lado a otro, contemplando las películas, los discos, los libros. Te sirvo la cerveza y nos sentamos. Nos miramos unos instantes, sé que en este momento quieres que te bese, que me entregue a ti. Quieres sentir que de alguna manera me posees, que...