Vientre de alquiler

La pareja ahora ha cambiado, están horizontales uno sobre otro, se besan, ella abre sus piernas y lo engancha a él por detrás de su cintura, el apunta su polla a la vulva encharcada de mi esposa, acomoda con su mano el ariete, juguetea con el glande tocando la vulva de un extremo a otro...

Esta es una de esas historias en donde demuestra el ser humano las estupideces que puede cometer…de las que te arrepientes toda la vida. Los motivos que nos llevaron a estos errores, fue la falsa idea de que el dinero se hace fácil sin nada que exponer, ciertamente estábamos pasando momentos económicos difíciles y barajamos todo tipo de posibilidades pero los intereses de los préstamos bancarios no los podíamos pagar y la hipoteca nos estaba ahogando tras las facturas de la electricidad, agua, seguros y la...

Holganza campestre

Mi sonrisa de satisfacción fue la mejor respuesta que podía darte. Yo estaba loco por follármela otra vez, me coloqué sobre ella. No tuve que hacer mucho para que el ariete apuntase en la entrada de su raja, y con la ayuda de mamá, de un solo empellón se lo colé hasta el fondo.

A mis 18 años y con 1,75 metros de altura debía de dar una imagen total diferente a la que doy… dicen que estaba muy enmadrado. Lo que ocurre de verdad es que disfruto mucho estando con mi madre, ella es amena, cariñosa y muy inteligente. Lo que llevo peor es que sea excesivamente atractiva…, demasías veces observo cómo los hombres se fijan en ella de manera persistente, silbando a su paso. No es menos cierto que su anatomía es perfecta…no como las modelos de pasarela, sino como las que un hombre normal des...

Las andanzas de un Don Juan...El AMO

Siguió besando mi cuerpo y mi polla hasta que me puso nuevamente en forma. Se colocó sobre ella y fue bajando poco a poco hasta que se la metió entera. Siguió moviéndose hasta que se corrió ella, luego, la sacó y se la metió por el culo con la misma lentitud. Yo la veía hacer extasiado, disfrutando

9º Capítulo. La guerra de secesión

P erdona amo, pero tengo que decirte algo.

– Habla.

– Van ya tres veces que no sangro.

– ¿Y qué me im….? ¡¿Estás preñada…?!

– Si, amo. Perdóname.

– ¿Y por qué no me lo has dicho antes?

– Perdona, amo, pero no quería dejarte tan pronto.

– ¿Por qué me vas a dejar?

– Tendré que ir al barracón de las preñadas.

– Tú no irás allí. Permaneceréis a mi lado tanto tú como tu hijo.

– ¡Gracias, amo!...

Las andanzas de un Don Juan. 3ª parte

– Creo que te equivocas. No he venido a entretenerte ni a darte gusto. Tu quieres una cosa y estás dispuesta a todo para conseguirlo, incluso utilizarme a mí, pero ya que soy el utilizado, soy el que impone las reglas. Como les dije a tus hijas, harás lo que te diga, cuando te lo diga...

4º Capítulo. Contubernios cortesanos

Yo volví a mi rutina semanal, esa noche y las siguientes las pasé follando con Dulce, trabajando en la finca, atendiendo a mis clases, practicando con la espada y la pistola, y pensando en el próximo encuentro, el cual llegó sin casi darme cuenta. Como siempre, fuimos despedidos con la sonrisa de la madre y su deseo de que lo pasásemos bien y nos fuimos a la fuente. Volví a extender la manta colocando los apoyos como la otra vez, mientras les pedía que se desnud...

Estefanía

Esther se montó sobre mí para que le diera sexo oral y así lo hice, puso su coño en mi cara, me centré mamando su coño, pero también oteé su ano, al tiempo que era empalada por mi chochito recién estrenado gozando por ambos extremos… ¡¡Un par de maduros enseñándome a follar formando un tándem!!

...Nuevamente Estefanía se incomoda ya que él dice la verdad. La pelirroja suspira profundamente y sus pechos se levantan de forma notoria bajo la blusa, la chaqueta la tiene colgada en el respaldo de la silla y se sienta cruzando sus piernas bien marcadas en los jeans que viste. Ella bebe un poco de café y la taza la desliza por sus carnosos labios con lentitud. En ningún momento mira a don Fernando. Deja la taza sobre el escritorio y levanta la mirada como si estuviera lista para hablar…, don Fernando ent...

Consecuencias inesperadas. final

– ¿¡¡Qué cuernos son esos, cariño!!? Es nuestro hijo y yo una madre que quiere y desea formar a mis hijos en libertad, con naturalidad… que no vean el sexo como un tabú del que no se puede hablar o tratar dentro de la familia. Es cierto que he ido un poco más allá que cualquier otra madre...

El padre de familia. Antecedentes

En el aseo la hija se está cepillando los dientes de buena mañana, es muy temprano pero tiene prisa por acabar de repasar los dos temas que caen para el examen de geografía e historia. En el cuarto de matrimonio, Germán abre un ojo cansado, sin embargo ya no puede aguantar más o le reventará la vejiga si no va a mear ya. La presión en la próstata le ha producido una inflamación natural en su verga… Para Germán, notar que todas las mañanas se levanta empalmado es b...

Consecuencias inesperadas

Papá me follaba casi a diario, en las noches entre semana y los fines de semana por la mañana… a veces tenía que cancelar mis citas con mis amigas, sumisa a sus deseos, o me tenía que salir del instituto antes de hora porque él tenía un rato libre y deseaba follarme

Afuera la temperatura era anormalmente gélida para ser septiembre. Debido al clima cálido por la exhalación de ambos cuerpos agitándose, las ventanas de la oficina se empañaban. El silencio del lugar era interrumpido por chapoteo del choque de los cuerpos y los gemidos que emitíamos sin pudor. Me encontraba recargada sobre el escritorio mientras detrás de mí, Germán me daba muy duro con sus recios 20 cm de verga, tan gorda como un tronco.

– ¡ahh!… noo…espe…ra… ¡ahh!… ¡no tan fuerte!… ohh… ¡Me vas a re...

¡Lulú! Oui c’est moi. 8º Capítulo

Por suerte casi todo el avión dormía ya plácidamente. Y cuando nos calmamos, también las dos caímos en el sopor de un sueño que me permitió dormir por lo menos media hora. Me despertó la mano de Cloe acariciándome. Y acercándose a mí oído me dijo… “¡Lulú! Oui c’est moi”, me quedé mirándole...

Finalmente emprendimos viaje

...A pesar de que todavía era muy niña y me faltaba madurez, despedirme del lugar donde había nacido me dio tristeza. No solo por lo que viví desde mi infancia sino por todo lo que viví mientras estuve allí. Hasta el momento de mi despedida había sido muy feliz. Pero la agenda de mi vida no terminaba allí.

Llegar a Madrid capital como descubrir un nuevo mundo. Nunca soñé con ver tanta gente junta caminando por las calles, miles de coches, edificios y tiendas. El...

¡Lulú! Oui c’est moi. Capítulo 1º

Solamente la cabeza desprendida de prepucio entraba y salía. Arturo tenía el mazo enorme, tan grande como mi bracito, por alguna razón estaba circuncidado, lo que producía al estar empalmada un cipote con dos tonos de piel…, rosada desde la punta a un cuarto de la longitud, y más oscura el resto...

Correr la cortina del sexo

Me llamo Lucinda, pero todos en la villa me llaman Lulú. Nací en una villa pobre de la Alcarria. La ciudad más próxima estaba a una hora en coche. Nuestra casa era muy rústica, construida con paredes de ladrillos macizo y el resto con chapas de zinc sobre una techumbre de madera aislada con lana de roca. Saliendo por la puerta nos encontrábamos con la vista de un campo extenso, montañas al frente con inmensas pinadas y encinares… más allá los campos de maíz y cereales do...

Historia de una escalera. Ático B

Por otro lado, tenía la edad perfecta para darle verga hasta terminar exhaustos, un culo fabuloso con las nalgas bien respingonas, unas tetas enormes como rosetones de catedral y pezones carnosos prestos a comérselos con lujuria y un coño como esperaba de una madura tremenda

Vivo con mi madre y nuestras “hijas” en el ático B un barrio del centro de la ciudad muy cerca de plaza castilla en Chamartín, en un edificio de cuatro plantas de la calle “Pedro Muguruza”. Pero no siempre hemos vivido aquí, nos trasladamos hace unos diez años cuando mi hija mayor, Ariana pasó a formar parte del negocio familiar e instalamos la oficina en el edificio de Caja Madrid. Pero la historia de “incesto encadenado” se remonta a años atrás, concretamente 50, a principios de los setenta, sin em...