Juan y Ernesto
Los dos trabajaban en el mismo taller de reparación de coches y eran íntimos amigos, ambos tenían 24 años y como buenos deportistas que eran, tenían cuerpos bien formados y ni una pizca de grasa.
La jornada laboral, estaba llegando a su fin y el calor dentro de la nave se dejaba sentir, Juan estaba terminando de arreglar el carburador al Mercedes 220, mientras que Ernesto, colocaba los asientos traseros al Peugeot 306, después de soldarle las tirantas traseras.
Los dos trabajaban en el mismo taller de reparación de coches y eran íntimos amigos, ambos tenían 24 años y como buenos deportistas que eran, tenían cuerpos bien formados y ni una pizca de grasa.
Juan era moreno, fuerte y con...